Dejo atrás Serbia y me adentro en Bulgaria. Tras una visita más bien rápida a Sofía, la capi, viajo al monasterio de Rila, un sitio retirado entre montañas, silencioso, misterioso y sorprendente al mismo tiempo. A la postre, una de las grandes y más agradables sorpresas del viaje.
De casualidad, acabo durmiendo en el mismo monasterio, siendo toda una experiencia.
Al día siguiente, llego a la frontera turca, a partir de la cual empieza lo que realmente había venido a buscar...
Espero que lo disfrutéis... Un abrazo